El entorno del Opus y el éxito de Los Payasos de la Tele financiaron el boom de los cantautores antifranquistas
Gong, la discográfica que publicó lo mejor de la canción protesta, era filial de Movieplay, una empresa con accionistas de La Obra bien conectados con Franco
Dicen que la realidad supera a la ficción y que la historia está llena de paradojas. Y es cierto. Quizá ninguno de ustedes lo habría imaginado pero, al parecer, el dinero que financió la explosión discográfica de la canción de autor antifranquista tuvo su origen en entornos ultracatólicos muy cercanos al propio Franco y la extrema derecha. Nada menos que en el mismísimo Opus Dei.
En resumen: la pasta de los carcas costeó la música de los progres. Y los empresarios de derechas ganaron mucho dinero con los cánticos de izquierdas. Los bardos barbudos de la canción protesta crearon el movimiento cultural más rentable de la transición a finales de los setenta. Aunque fueran expulsados poco después del paraíso, ya en los ochenta, por el pijerío pop de la Movida Madrileña.
Al menos está es la versión que ofrecen ahora algunos protagonistas del fenómeno. Los mismos que lo impulsaron desde los despachos del sello Gong, una filial de Movieplay dirigida por Gonzalo García Pelayo, que publicó entonces la música a los cantautores de izquierdas y también los primeros discos de los grandes grupos del rock de la década como Triana o Goma, entre otros.
En varias entrevistas, García Pelayo se ha referido a los accionistas de Movieplay como “misteriosos”. Sin dar más datos. Pero en los textos de sus entrevistadores se habla sin reservas del Opus Dei. Y algo hay de cierto, porque Movieplay era una filial de Movierecord, una poderosa empresa de publicidad fundada en la década de los 50 y presidida por el belga Jo Linten.
Un belga en la corte del Generalísimo
Y Movierecord tenía un accionista mayoritario, la empresa Alas Publicidad, algunos de cuyos propietarios y fundadores, como Alfonso Zunzunegui, eran miembros numerarios del Opus. Además, Linten tenía aliados poderosos. Se relacionaba muy bien con la cúpula económica del franquismo. Y dicen que consiguió explicarles que la política era una cosa y los negocios otra.
A ustedes les sonará Movierecord por la música corporativa compuesta para la empresa por el recientemente fallecido Josep Llobell. Una melodía saltarina con la que se iniciaba en los cines la tanda de anuncios previa a las películas. La compañía era entonces un imperio multimedia, con intereses diversos. Hasta participaba en publicaciones críticas con el Régimen como la revista Triunfo.
Por eso las letras izquierdistas de los cantautores no fueron un problema para Linten. No, al menos, mientras sus discos se vendieron bien. Además, cuando García Pelayo llegó a Movieplay con la idea de montar Gong, la empresa buscaba oportunidades de inversión porque nadaba en un océano de liquidez gracias al éxito discográfico de LosPayasos de la Tele, de Gabi, Fofó, Miliki y Fofito.
Así que la Familia Aragón también tuvo mucho que ver en el éxito de los cantautores. Gracias a ellos García Pelayo encontró los recursos necesarios para lanzar a artistas como Luis Pastor, Labordeta, Elisa Serna, Pablo Guerrero o Amancio Prada. Una historia confirmada también en alguna entrevista radiofónica por Adrián Vogel, otro miembro del equipo fundador de Gong,
Palabra de Mariskal
Pero, la canción de autor antifranquista no es el único movimiento musical alternativo y, más o menos, crítico con las normas sociales establecidas, en cuyo desarrollo discográfico participó el entorno de la orden seglar fundada por Escrivá de Balaguer. Su dinero también abonó el desarrollo discográfico del rock urbano de finales de los setenta y el heavy de los ochenta.
Dos movimientos importantes en los que florecieron bandas como Tequila, Asfalto, Leño, Cucharada, Obús o Barón Rojo. El vehículo fue Chapa, un sello auspiciado por Vicente Romero, El Mariskal, que costeó Zafiro, otra discográfica clásica. Todo, según Romero, gracias a Carmen Grau, una numeraria del Opus, que ocupaba el cargo de directora artística en la empresa.
La única condición que puso fue “que los melenudos no se acercaran demasiado por la oficina”. Y ciertas imposiciones en las letras y las portadas. O eso ha narrado Fortu, el cantante de Obús. Pero, tal vez la historia de Chapa no sea tan sorprendente. Al fin y al cabo, Zafiro ya creó en los sesenta el sello Novola para apostar por el pop, el rock y otros sonidos juveniles. Allí debutaron Los Brincos.
Y Joan Manuel Serrat grabó sus primeros discos en castellano. Entre ellos los dedicados a Antonio Machado y Miguel Hernández. Ya ven. Para aquellas discográficas (carcas y progres) solo contaba la pasta. Y Dylan se equivocó y los tiempos no cambiaron en los sesenta, ni en los setenta, ni en los ochenta. Ni ahora. Más bien, como decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa en “El Gatopardo”, alguien decide de vez en cuando que “todo debe cambiar para que todo siga como estaba”.